La fortuna imperial de los zares


La Revolución Rusa de 1917 y la subsiguiente guerra civil generaron numerosas leyendas sobre la fortuna imperial de los zares. ¿Dónde quedaron ocultas las riquezas de los Romanov y otras familias aristocráticas? Los bolcheviques y el ejército blanco saquearon Rusia en busca de tesoros, pero ¿Qué pasó realmente con estas valiosas fortunas? Exploraremos el destino de la fortuna imperial de los zares y las intrigantes teorías que rodean su desaparición.

Entre los miles de aristócratas y comerciantes que abandonaron Rusia durante la Revolución Rusa de 1917, se llevaron consigo cuantiosas riquezas, alimentando las leyendas sobre tesoros perdidos en el país. El ejército bolchevique y los temibles bandidos de Siberia contribuyeron al saqueo de casas, bancos y tiendas, sembrando aún más incertidumbre sobre el destino de estas fortunas. Sin embargo, ¿Qué hay de cierto en estas historias?

Muchos de los emigrados inventaron cuentos sobre riquezas ocultas para atraer ayuda, pero hay pruebas que sugieren la existencia de la más fabulosa de todas: la fortuna imperial de los zares. Conocida también como el «oro de los Romanov» o el «tesoro del ejército blanco», esta colección de platino, oro, plata y joyas sigue siendo un enigma sin resolver.

¿Qué pasó con el tesoro de los zares?

La fortuna personal del último zar, Nicolás II, y su familia, así como las joyas de la corona, fueron confiscadas por los bolcheviques tras su derrocamiento en 1917. Parte de estas joyas fue vendida, mientras que otras se conservan en el Kremlin de Moscú. Sin embargo, se cree que una parte de la fortuna de los Romanov fue ocultada en el extranjero antes de la Revolución, dando lugar a especulaciones sobre su paradero.

Otra parte del tesoro estaba compuesta por fondos estatales, que el ejército blanco utilizó en su lucha contra los bolcheviques. Sin embargo, con los vaivenes de la guerra civil, resulta difícil seguir el rastro de estas riquezas. Se cree que los bolcheviques se apropiaron de grandes cantidades de oro y objetos de valor, mientras que una parte del tesoro fue trasladada hacia el este, hacia Siberia, bajo el mando del almirante Alexander Kolchak.

¿Fueron todas las riquezas confiscadas por los bolcheviques?

El destino final de la fortuna imperial de los zares sigue siendo un misterio. ¿Fue confiscada por los bolcheviques, se perdió en la guerra civil o sigue oculta en algún lugar de Rusia o el extranjero? Las teorías son variadas y fascinantes, desde depósitos en bancos europeos hasta tesoros escondidos en Siberia. Pero hasta el día de hoy, el secreto de la fortuna imperial de los zares permanece sin revelar, alimentando la intriga y la especulación sobre uno de los capítulos más enigmáticos de la historia de Rusia.

Las Grandes Duquesas Tatiana, Olga, Anastasia y María Romanova con su madre la zarina Alejandra, la familia de Nicolás II

Estas riquezas se conocen con diversos nombres —el oro de los Romanov, el oro de Kolchak, el tesoro del ejército blanco— y casi todo el mundo piensa que se trata de una grandiosa colección de platino, oro, plata, joyas y otros objetos de valor. En realidad, eran tres colecciones distintas y, al parecer, cada una de ellas ha corrido una suerte diferente, aunque cabe la posibilidad de que la segunda y la tercera se unieran en cierta medida.

El destino de los Romanov

Una parte del tesoro corresponde a la fortuna personal del último zar, Nicolás II, y de otros miembros de la familia imperial, los Romanov, y joyas pertenecientes a la corona. Los bolcheviques se apoderaron inmediatamente de estas últimas. Algunas fueron vendidas y el resto se encuentra actualmente en el Kremlin, expuesto al público.

En 1917, la fortuna de los Romanov ascendía a unos cuatro millones de dólares. Una parte sirvió para cubrir los gastos de Nicolás, su mujer y sus hijos mientras estuvieron sometidos a arresto domiciliario en Toboisk y Ekaterinburgo (la actual Sverdiovsk), y los bolcheviques confiscaron un elevado porcentaje de la cantidad sobrante. En Ekaterinburgo se encontraron joyas pertenecientes a la familia imperial después del asesinato del zar y sus familiares más próximos, que tuvo lugar en 1918, según la versión oficial de los hechos. Muchas personas han desmentido el testimonio de los asesinatos de Ekaterinburgo.

¿Sobrevivieron todos los miembros de la familia del zar?

Según cierta versión, sobrevivió toda la familia, que se fue a vivir de incógnito al extranjero; según otra, sólo murió el zar, en Ekaterinburgo o en otro lugar, y una tercera asegura que se permitió escapar a Anastasia, la princesa más joven. Existen otras teorías, pero ninguna ha podido demostrarse satisfactoriamente.

Lo anterior explicaría la existencia de la mayor parte de los objetos que los Romanov abandonaron en Rusia, pero se sabe que algunos miembros de la familia imperial depositaron grandes riquezas en el extranjero en los años anteriores a la primera guerra mundial y varias personas aseguran que hay una fortuna en oro guardada en un banco fuera de Rusia, a la espera de que la reclame alguien con derecho a hacerlo.

La esperanza de recuperar este tesoro fue quizás el motivo que impulsó a la alemana Anna Anderson a presentarse al mundo como Anastasia, asegurando que se había salvado milagrosamente, y otras mujeres han intentado lo mismo hasta los años setenta. Los familiares de los Romanov que aún vivían las consideraron simples impostoras.

En un banco de Berlín Oriental se depositó cierta suma de dinero, pero la caída del marco alemán en el periodo comprendido entre las dos grandes guerras lo despojó prácticamente de todo valor. Es más probable que el oro se encuentre en el Banco de Inglaterra de Londres, aunque los directivos de dicho banco lo han negado enérgicamente en repetidas ocasiones. Una posible explicación, para la que se cuenta con pruebas históricas, es que se depositaron las riquezas antes de 1914, pero fueron retiradas en 1915 para financiar la guerra.

Retrato de Nicolás II coronado (1896). Imagen: Aleksandr Makovsky – http://anahnu.ucoz.ru/photo/2-0-4 (direct link)

Los restos de la fortuna imperial de los zares

La segunda parte del tesoro, mucho más importante, estaba integrada fundamentalmente por fondos estatales, que empleó el ejército blanco en su lucha contra los bolcheviques, junto a otros objetos de valor adquiridos en las ciudades en las que el ejército se paraba a descansar, como por ejemplo Ekaterinburgo, Perm, a unos trescientos veinte kilómetros al noroeste, y Kazan, a casi quinientos kilómetros al suroeste de Perm. Con las mareas cambiantes de la guerra civil, resulta imposible seguir los movimientos del tesoro.

Sin embargo, se cree que los bolcheviques se apropiaron de grandes cantidades de oro y objetos de valor cuando tomaron Ekaterinburgo y que después los llevaron a Perm en tren el 17 de julio de 1918, un día después de la presunta matanza de los Romanov y justo antes de que Ekaterinburgo volviera a caer en manos de los blancos.

Al parecer, esta parte del tesoro estaba integrado por las riquezas personales de los Romanov, propiedades estatales y oro arrebatado a otros. Se encontró una parte cuando los blancos recuperaron Perm, pero el resto desapareció y probablemente fueron los bolcheviques quienes hicieron uso de él.

Una inmensa fortuna viajó a Siberia

Prácticamente al mismo tiempo, Kazan se rendía a los blancos. También en esta ciudad había incontables riquezas que habían sido depositadas allí antes de la revolución de octubre con el objeto de impedir que cayeran en poder de los invasores alemanes. Los bolcheviques, o no las encontraron o no pudieron utilizarlas. Según cierto testimonio, ascendía a más de mil millones de dólares de la época y se trataba de lingotes de oro, platino, joyas, acciones y bonos.

Esta inmensa fortuna, que quizás aumentó con las aportaciones de Perm, fue trasladada en tren hacia el este, hacia las profundidades de Siberia, donde tenía su cuartel general el almirante Alexander Kolchak, jefe de los blancos y nominalmente Soberano Supremo de Todas las Rusias. Con este cambio de lugar se inicia la siguiente etapa de la búsqueda del tesoro imperial.

Últimos miembros de la familiar Romanov

El infortunado zar Nicolás II (1868-1918). Se cree que también él murió en Ekaterinburgo, aunque en la mina que posiblemente le sirvió de tumba sólo se encontró un objeto que quizá le perteneció, una hebilla de cinturón, pero se trata de simples conjeturas.

La última zarina de Rusia, nacida en Alemania, Alejandra Feodorovna (1872-1918), precipitó la caída de la monarquía rusa prestando demasiada atención al campesino místico Grigory Rasputin. Al igual que el resto de la familia imperial, se cree que la asesinaron los bolcheviques en julio de 1918, en Ekaterinburgo, y que dejaron su cadáver en una mina. Entre los objetos personales que se hallaron en dicha mina había una cruz de esmeraldas, diamantes y perlas con montura de platino, pero no se encontró su cuerpo.

Las grandes duquesas Olga y Tatiana, hijas de Nicolás y Alejandra, trabajando con otros miembros de la familia imperial en los jardines del palacio real de Tsarskoe Selo, al sur de San Petersburgo, en la primera época de su cautiverio. Transformaron una parte de la pradera en huerta. En agosto de 1917, los prisioneros reales fueron trasladados a Toboisk, Siberia, y en abril de 1918 los llevaron a Ekaterinburgo.


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